Kamchatka Toys convierte en moderno ese juego de construcciones que lleva fabricándose más de 60 años. La juguetería, una delicia ubicada en una esquinita del barrio de las Letras, apuesta por el juguete tradicional, de siempre, el realizado con materiales nobles y que deja un poso educativo a los pequeños. Traen productos europeos de familias jugueteras de hasta 160 años de historia pero están tan alejados de lo que sale en la TV que parecen de última moda.
La tienda es un prodigio de color y de vida. Está abarrotada de juguetes preciosos, demostrando que ‘tradicional’ no está en absoluto reñido con ‘bonito’. Así, uno desea poder llevárselo todo a su casa. Los dueños, Raimundo y Nathalie, no ponen nada fácil la elección. El exigente criterio en valores educativos (ecología, solidaridad, paz, integración) que aplican a los juguetes se convierte luego en un cariñoso asesoramiento. No hace falta que lleves una idea, basta que tengas un niño y un presupuesto. Ellos encontrarán el producto perfecto.
El espacio también cuenta con una librería pequeña pero escogida, para todas las edades que respeta las premisas de Kamchatka. Apoyan a artesanos de la zona llevando sus detalles a la tienda y además, colaboran con la iniciativa barrial del Mercado de las Ranas, cada primer sábado de mes, con una actividad para niños.
Búscala pero no te preocupes. No pasará desapercibida si pasas por delante. Sus paredes son verdes y el escaparate es mágico.
- Horario: lunes a viernes de 10:30 a 14h
y de 17:30 a 20h. Sábados, de 11 a 14h - Dirección: Calle San Agustín, 18
- Metro: Sol
- Teléfono: 913763614
sigue toda la actividad de Kamchatka Toys en su web, su tienda online, y página de Facebook
*Fotos: Yaiza Velázquez
Gracias Noemí por tu nota, tan linda y generosa. Con tu permiso, la compartiremos en nuestro FB! Un beso,
Gracias a vosotros por ser tan majos y estar tan disponibles! Comparte, por supuesto, que es bueno para todos. Un abrazo!!
¡Lo bueno de la magia de Kamchatka es que es contagiosa! Muy bella la nota: y todo lo que dice es cierto. ¡Vivan los duendes de Kamchatka!